Pues sí, las motos llegaron hasta nuestras puertas, pero lo más importante, sus dueños y acomapañantes pasaron con nosotros una mañana fantástica.
Todos juntos conocimos un poco más sobre el fascinante mundo del vino, recorrimos las intalaciones de la bodega, desde la viña hasta la Sala de catas y allí, para quitarnos de encima la niebla y el frio, degustamos tres de nuestros vinos acompañados de un buen aperitivo.
En resumidas cuentas, cumplimos nuestro objetivo que no es otro que conseguir que quien venga a nuestra bodega la sienta como propia y acabe marchandose de ella convertido en un amigo más de esta cada vez más grande "familia" de Bodegas Pío del Ramo.